Sechsunddreißig.




"Para empezar, diré que es el final. No es un final feliz, tan solo es un final."

¿Cuantas veces habré leido esa frase? En mi vida ha habido tantos finales... que me faltan dedos para poder contarlos. Odio los finales. Repelo las despedidas. Jamás me han gustado, pero... ¿A qué persona en este mundo les gustan? Pero siempre, después de mis despedidas ha venido algo nuevo. Nueva gente, nuevo entorno, nuevas costumbres, nuevas obligaciones, absolutamente, todo nuevo y por desgracia o suerte, quien sabe, a mi las cosas nuevas no me agradan demasiado. Siempre me gustó estar en mi entorno, con la misma gente y con mis costumbres, si alguien me sacaba de ahí, posiblemente, ya no volveria a ser yo. Y así fue, jamás volví a ser yo.

Han cambiado tantas cosas desde entonces... con el tiempo, he ido aprendiendo a soportar el dolor, a dejar el pasado atrás e intentar vivir el presente, labrarme un buen futuro e intentar que mi vida volviera a transcurrir como hace años. Pero es imposible tirar todos los recuerdos a la basura, en el momento menos esperado, siempre, me vendrá un recuerdo que me golpeará en toda la cara y me hará sumergirme en un profundo abismo del cual estoy segura que no voy a poder salir.

Con el paso del tiempo, he aprendido a canalizar la angustia que a veces siento. Pero al fin y al cabo, después de todo, gracias a todas las situaciones desagradables que he tenido que vivir desde que tengo uso de razón, he aprendido a ser más fuerte que el resto de la gente, a ponerme ese escudo para que nadie, absolutamente nadie pueda hacerme daño, para que nadie pueda sobrepasar esa barrera.

Y después de todo lo malo de estos ultimos años, me alegro. Puede sonar un tanto masoquista, pero es la pura verdad. Si jamás hubiese pasado por aquello, en estos momentos, no hubiera conocido a grandes personas. Personas que me han hecho llorar de felicidad, que me han arrancado una sonrisa y que siempre se han preocupado por mi bienestar. Y lo más ilogico de todo, es que algunas de esas personas ni siquiera me conocen, jamás me han tocado ni han pasado un día a mi lado. Y sin ni siquiera conocerlas fisicamente, yo las considero algo imprescindible en mi vida. Posiblemente, sea verdad eso de que alguien que no te conoce absolutamente de nada, siempre va a ayudarte y aconsejarte mejor que alguien que te conoce de toda la vida.





Y ya, tan solo me queda dar las gracias a todas aquellas personas que me han dado el privilegio de formar parte de su vida. Y gracias a ti, a la que me saca sonrisas de donde yo pienso que ya no las hay. No miento cuando digo que te quiero como a nadie.


Fünfunddreißig.


Son las 7.30 a.m. Respiro hondo y puedo captar perfectamente el olor a café que hay por toda la casa. Llevo mi mirada hacia la ventana y veo como el sol esta emergiendo tras las casas y montañas. Segundos después, me levanto cuidadosamente de la cama y enderezo mis piernas para echar a caminar hacia el servicio. Me despojo de mi unica prenda, un fino camisón de seda. Me introduzco en la bañera y noto como el agua recorre cada poro de mi piel, sonrío, y dejo que mi cuerpo se sumerja en el manantial de agua caliente. Me resultaba tan gratificante, notar como el agua hacia que mi cuerpo se relajara, haciendome olvidar por momentos casi todos mis problemas, cuando estaba allí metida, todo lo que habia alrededor mía desaparecia, era mi momento de relajación, no escuchaba absolutamente nada, tan solo el suave ruido que hacian mis dedos al chocar contra el agua cristalina.
Eran las 8.30 a.m, hora de volver a la rutina diaria.

Vivo practicamente sola desde que cumplí los diecisiete años. Ahora, tengo casi diecinueve, el tiempo ha pasado realmente rapido y ni siquiera me habia dado cuenta. Me observo unos instantes en el espejo y sonrío ampliamente. ¿Como habia crecido tan rapido sin apenas haberme dado cuenta? Uhm... ¿Y tú... quien eres? No, espera, no me lo digas, no me importa demasiado. Soy de esas personas a las cuales no les importa el resto del mundo, me da exactamente igual tu vida, tus sentimientos y todo lo relacionado con alguien como tu, asi que ni intentes contarme algo sobre ti, no me interesa en lo más minimo. Tan solo, eres otro más, no eres nadie, ni significas nada para mi. 
Soy egoista, ambiciosa, codiciosa, aprovechada, y sobretodo, muy, muy egocentrica.




No intentes entrar en mi mundo, aquí, 
jamás habra sitio para ti.

Vierunddreißig.


Eran las 21:00. Ella, se dirigia corriendo a su casa, su padre la habia llamado unas 15 veces, deberia estar hechando humo por las orejas. Llego a su casa y abrio indecisa la puerta, probablemente, sabia lo que la esperaba al segundo de cruzar esa puerta.


- ¿Se puede saber donde coño estabas? -Alzó la mano y le dio un bofetón.
- Lo... siento, yo.. no habia escuchado el movil, he venido en cuanto he visto las llamadas. -Se llevo una mano a la mejilla y reprimio las lagrimas.
- Llevo muerto de hambre una puta hora, ¿Te crees que puedes tenerme así? Seguramente estabas muy ocupada zorreando con tus amiguitos. -La cogio con fuerza del brazo y la llevo hasta la cocina. Le dió un empujón y está cayó al suelo de rodillas. Ya sabes lo que tienes que hacer, puta.


Ella, se quedo tirada en el suelo, mientras un par de lagrimas le resbalaban por las mejillas, se incorporó como pudo. ¿Hasta cuando iba a tener que aguantar todo eso? Suspiró. Preparo corriendo la cena y fue hacia el salón a avisarle.
- Esto... -Dió unos toques en la puerta y su padre miro hacia atras. Puedes ir a cenar, eh... la cena esta lista y te he puesto la mesa. -Agacho la cabeza y apreto los puños con fuerza.
- Ya era hora, incluso la idiota de tu madre lo hubiera hecho más rapido. -Se levantó del sofá y cuando paso por el lado de ella la empujo, riendo. Acompañame, no me gusta cenar solo. -Le hizo una seña con la mano y ella le siguió hasta la cocina, colocandose de pie al lado de la mesa.
Vió como él se metia el primer trozo de bistec en la boca, y acto seguido, puso una mueca de asco.
-  ¿Porqué coño nunca haces nada bien? -Cogió el plato y con brusquedad se lo tiró a la cara. Gracias por joderme la cena, maldita estupida. 


Con lagrimas en los ojos, se agachó y recogió los pedazos de plato que estaban rotos y esparcidos por el suelo. Los tiró a la basura y se dirigió al baño. Abrió el armario y cogió el bote de agua oxigenada y un par de algodones. De nuevo, le habia roto el labio y le chorreaba sangre de la nariz. Se curó como pudo, pues las manos le temblaban muchisimo, guardo todo lo que habia usado y tiró los algodones a la basura.

Este era su día a dia, jamás le desearia a nadie que pasara por semejante situación, ni siquiera a la gente que más odiaba. 
Y otro día más, en el que nadie la ayudaba a salir de toda esa tortura diaria.

Dreiunddreißig.


Bendita libertad.
Sentía como la adrenalina corría por mis venas. Por fin, después de tantos meses sintiendome tan jodidamente encerrada, veia un rayo de luz, un pequeño resquicio, el cual me hacia sentir la persona más feliz del mundo. 
Para el resto del mundo, yo, estaba pasando por un mal bache, una profunda metedura de pata, ¿Y a mi qué? No tenian ni idea. Posiblemente, yo sabia que estaba haciendo mal, que deberia haberme esforzado más, que no tenia que rendirme tan pronto. Pero me daba igual, exactamente igual. Estaba feliz y para mi, eso era lo unico que importaba. Sonaba demasiado egoista, solo estaba preocupandome por mi bienestar y no por el del resto, pero... ¿Acaso alguien habia renunciado a su felicidad por mi? La respuesta a esa pregunta la conocia de sobra.

Zweiunddreißig.



Él.
La persona más especial en el mundo, la que tanto me enseñó, cuidó, mimó, educó. A la cual hice enfadar millones de veces, y nadie sabe cuanto me arrepiento ahora por ello.

Es la persona por la cual todos los 25 de cada mes, me levanto empapada en lagrimas, esperando que un milagro, lo traiga de nuevo conmigo. 
No puedo evitar llorar cuando recuerdo la ultima imagen que vi tuya. Allí, postrado en la cama, recuerdo exactamente las ultimas palabras que pronunciaste, mi nombre, acompañado de unas preciosas palabras más. Recuerdo como apreté con fuerza tu mano y te obligue a que cerraras los ojos, los cuales en 5 días no quisiste cerrar, demasiado miedo sentias a jamás volver a abrirlos. Y así fue. Te marchastes en tan pocos minutos... Y junto a ti, sé, que una parte de mi se fue contigo. 
Mi ángel, el cual desde donde quiera que este, me protege de todo lo malo que algunas veces se me viene encima, el que me da esos empujoncitos que a veces tanto necesito.
En estos 6 años que no has estado presente, yo jamás te he sacado de mi mente. Y prometo no hacerlo jamás.



Mi abuelo, ese gran hombre para mi, siempre fue y será, el padre que jamás he tenido.

Einunddreißig.


 
Salí de mi casa a toda prisa. Habia quedado con Marina a las 5 y eran las 5 y media. Yo llegando tarde, era algo casi imposible.
Llegué a su portal a los pocos minutos y paré la musica del iPod. Pulse el botón de su piso varias veces y a los segundos contestó. Volví a enfundirme en mis cascos y me sente en el portal, siempre tardaba demasiado en bajar.
Green Day me golpeaba en la cabeza, habia subido demasiado el volumen, como bien me decia mi madre siempre, cualquier día iban a explotarme los timpanos. Sonrei al recordarlo y después sentí una pequeña punzada en el estomago. ¿Como iba a ser capaz de pedirle a mi mejor amiga aquello? Probablemente, me tomaria por loca y me mandaria a la mierda, pero... ¿Y si no se lo pedia a ella, a quien iba a hacerlo? Ninguna de mis otras amigas se ofreceria jamás para algo así.
Respire hondo. Tampoco era tan malo, además, se suponia que era mi amiga, iba a ayudarme si o si.
Sentí como alguien me tocaba el hombro y me giré. Allí estaba ella, con esa sonrisa que me alegraba siempre. Me levanté y sin quitarme el iPod la abrace.
-Joder tía, cualquier día vas a quedarte sorda. -Tiro de uno de mis auriculares y se apodero de mi iPod. 
-El iPod dejalo, es sangrado, ya sabes. -Se lo arrebate de las manos y lo introducí en mi bolso, sonriendo.
-Bueno, ¿Vas a contarme qué es eso tan importante que tienes que decirme? Hasta le pregunté a mi hermano, a ver si a él le habias dicho algo. -Llegamos al parque, y ella se tiró sobre la hierba como una histerica. Me senté a su lado con cuidado y comencé a jugar con mis dedos, sin saber que decir.
-Verás... ¿Recuerdas aquello qué te conté de mi confusión...? -Asintio levemente y me miró, ansiosa de que soltara lo que fuese. -Pues... necesito que me ayudes, quiero aclararme y creo que tu eres la unica que puede ayudarme, sabes que no te pediria ayuda si no la necesitase de verdad. -Me mordí el labio inconscientemente y ella me miro, confundida. 
-Creo que no te pillo... -Enarco una ceja y espero a que yo prosiguiera hablando.
-Esta bien, vamos a hacerlo a mi manera, ¿Vale? -Asintio y se le escapo una carcajada-
-Estas empezando a asustarme, sueltalo ya, vamos. 
-Veamos... Cierra los ojos. -Me miro aun más confundida. Por favor, confia en mi, cierra los ojos, si no lo haces, no podre contarte nada.
-Si vas a matarme, que sea rápido. -Se río y seguidamente cerro los ojos.
Me acerque lo más lentamente que pude a ella, hasta colocarme a escasos centimetros. El corazón parecia que iba a salirme por la boca. Respiré hondo y aguante unos segundos la respiración. Agarré su cara con mis manos y noté como ella dio un pequeño respingo. Volví a respirar varias veces y entonces, hice que nuestros labios se juntaran. 
¿Qué coño estaba haciendo? Marina se sorprendió un poco, pero mucho más lo hice yo, cuando note como sus manos apretaban con fuerza mi nuca. Notaba como su lengua recorria cada parte de mi boca. Subió una mano hasta mi mejilla y la acaricio con suavidad, mientras que su mano libre se perdía entre el interior de mis pantalones. Entonces me separé con brusquedad. 
-¿Se puede saber qué coño haces? -Ella, abrió los ojos y me miró. Le brillaban muchisimo,la miré bastante confundida.

-Yo.. eh... lo siento... de verdad no sé... no sé que me ha pasado. -Me miró con verguenza, mientras una sonrisa invadia su cara.
-Marina, no me jodas. -Me levanté y sacudi mi ropa deprisa. No podia ser, claro que no, Marina estaba bromeando. Ni siquiera me habia dicho nada, pero solo con mirarla, adiviné lo que pasaba.
-Oye, te recuerdo que tu eres la que me ha traido hasta aquí, me ha besado y que, ¿Ahora te largas así? ¿Sin al menos darme alguna explicación? -Se levantó y me agarro por el brazo con fuerza.
-Pero yo no sabia que... Joder, ¿porque no me lo habias dicho? Yo.. solo queria comprobar algo, sabes porque queria comprobarlo, y... tu no tienes nada que ver para que haya hecho esto, ¿entiendes? -Me solté de su brazo con brusquedad y saque un cigarrillo de mi bolso.
-¿Porqué ella y yo no? Somos amigas desde pequeñas, te conozco más que cualquier otra persona y acabas de enterarte de que te quiero más de la cuenta. ¿Porqué? -Note como se le aguaban los ojos y respiré varias veces, intentando asimilar toda la información.
-Te equivocas, probablemente tu no me conoces tanto como crees, porque si me conocieras, no te hubieras enamorado de mi. -Me dio un pinchazo en la tripa tan solo de decirlo. Y creo que ya sabes que yo posiblemente, nunca vaya a querer a nadie con tanta intensidad como a ella. Y tu, todo esto, ya lo sabias. -Le di varias caladas al cigarro y lo tiré al suelo, levanté la vista y la miré a los ojos, intentando descubrir que se le estaba pasando por la mente en ese momento.
-Pero ella no... -Se calló de golpe y bajo la cabeza, mientras seguia hablando. Siento haberte dicho todo esto, deberia haberme callado, supongo que... ahora ya nada volverá a ser como antes, ¿verdad? 
-Yo, ni siquiera se lo que ha pasado hace cinco minutos. -Le sonreí con dulzura y me acerque a ella. Tengo una memoria tan, pero tan mala... -Estire mi mano y alcance a levantar su cara para que me mirara.
-¿Lo dices en serio? -Una sonrisa se apodero de su rostro.
-Totalmente en serio. -Tire de ella contra mi y la abrace con fuerza. Era mi mejor amiga, ¿Qué podia hacer si no? Yo jamás podria corresponderla pero al menos, seguiamos siendo amigas, que era lo que contaba, o eso creia yo...


Pasaron 3 meses y ella se mudó a Alemania. Encontré en mi buzón su diario, tenia escrito desde los 9 años hasta ahora. Hasta el día de su mudanza. Lo leí y lo releí y cada vez se me caia más el mundo encima.
Genial, le habia destrozado la vida a mi mejor amiga.
Desde entonces, no hay ni un solo día en el que no me acuerde de ella. Y se que el día que nos volvamos a ver, moriré de felicidad.


Dreißig.


New moon.
Posiblemente, la pelicula que más ansiaba ver desde Crepusculo y después de esperar un jodido año, me sigue dejando tan mal sabor de boca como la otra.
Aunque he de reconocer, que se nota un poco bastante que han cambiado de director, pero sigue siendo la tipica pelicula para niñas de 14 años demasiado hormonadas y estupidas. Solo habia que escuchar los chillidos que pegaban cuando Edward o Jacob hacian sus estelares apariciones, verdaderamente patetico.
La saga de Crepusculo estuvo bien en su tiempo, cuando no era tan jodidamente comercial, ahora a mi, personalmente, me esta empezando a dar algo de repulsión.
En definitiva, reconoceré que gustarme, me gustó, pero claramente, podria haber estado muchísimo mejor.
Y ahora, toca esperar un año más para Eclipse. Esperemos que se esmeren un poquito más, aunque realmente lo dudo mucho.

Neunundzwanzig.


Eran las 23:45 y yo andaba metida en mi mundo, como de costumbre. Escuchaba la musica de fondo, pero estaba tan concentrada pensando en miles de cosas, que nisiquiera era capaz de enterarme de que canción estaba sonando en ese momento. Miraba hacia la ventana, mientras veia como gotas de agua cristalina resbalaban por ella, esa noche me sentía bastante feliz, amaba la lluvia y todo lo que fuera relacionado con ella, podia pasar horas y horas mirando simplemente, como las gotas chocaban contra mi ventana. Pero de repente un ruido que me era bastante familiar hizo que me sobresaltara. Era el móvil. A esas horas, solo se me ocurria una persona que podia estar llamandome, Luka. Estiré la mano para alcanzarlo, sonriendo, siempre me alegraba hablar con ella por telefono. Pero mi sonrisa se esfumo tan rapido como habia aparecido. Leí en la pantalla, el nombre de alguien con el cual no me apetecia demasiado hablar. Era él. Me dio un vuelco el corazón y empece a notar como se me nublaba la vista. Tiré el movil contra el suelo, y en pocos segundos, un par de lagrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas. ¿Porqué? ¿Porqué tenia que aparecer de nuevo, justo ahora? Él se habia ido, ni siquiera recordaba hacia cuanto tiempo y porque lo hizo, pero se marchó, y ya solo quedaba un vacio, un triste recuerdo que me angustiaba y me destrozaba cada día un poco más. Pero hacia tiempo que lo habia olvidado, ya ni siquiera su estupido recuerdo me afectaba lo más minimo, o eso creia yo. Le odiaba, demasiado, jamás habia odiado tanto a nadie. Sin embargo, era tan adictivo... Contra más daño me hacia, más dependencia sentía por él. Sabia que era algo absurdo e ilogico, cada vez que aparecia de nuevo en mi vida me destrozaba más, era como un fuerte vendaval, que a su paso, se llevaba con él siempre una parte de mi, dejandome absolutamente por los suelos, como un trapo viejo y usado que ya no sirve para nada.
Sentí un pinchazo en el pecho y agité la cabeza. Yo era más fuerte que todo eso, mucho más, me jure y prejure a mi misma que no volveria a caer, y por mucho que me costara, no iba a hacerlo, esta vez no, ni queria, ni debia, ni tenia fuerzas para hacerlo, esta vez no me envolveria con sus estupidas palabras, la dulce e ingenua niña de hace un año se habia esfumado, para siempre y jamás, volvería a aparecer.
Ahora yo sabia perfectamente lo que debia hacer, y él, ya no estaba en mis planes de futuro.

Achtundzwanzig.


Sois pateticas. 
Algunas personas, de verdad, me indignan demasiado, ¿Alguien me puede explicar porqué coño os gusta tanto jugar con un tema tan serio? ¿Sabeis cuantas chicas se mueren al día por culpa de la anorexia y bulimia? 
¿Para que inventas que eres bulimica? Para dar pena, sencillamente y lo unico que acabas consiguiendo es que la gente termine por tenerte asco.
Odio el país en el que vivimos, superficiales de mierda, si no tienes una cara bonita y un cuerpo perfecto, ni te molestes en intentar nada, no vas a conseguir nada de lo que te propongas. Para poder ser alguien en la vida, debes de estar jodidamente buena y ser lo más puta posible. ¿Es eso, verdad? Abierta de piernas 25 horas al día. Dais mucha, pero que mucha lastima.
He tenido la mala suerte, de vivir la anorexia desde bastante cerca, y no porque yo la haya padecido, jamás seria tan estupida como para hacer semejante gilipollez, y después de ver como una de las personas que más quiero ha estado a punto de destruirse la vida, me encuentro con que la mayoria de niñas estupidas estan orgullas de meterse los dedos en la garganta, capaces de joderse la vida al máximo y lo peor no es eso, lo peor es que la mitad ni siquiera lo hace, aunque diga que se pasa vomitando las 24 horas del día.


En serio, deberiais empezar a valoraros un poquito más, el amor propio nunca viene mal.

Siebenundzwanzig.



Cada noche, recuerdo aquella despedida. El sacrificio más grande que he hecho en toda mi vida.


Era miercoles, no recuerdo con exactitud el día, pero se que el mes fue Abril.
Me desperté como cada mañana, con intención de ir otro día más al instituto. Por aquel entonces, yo tal solo tenia 14 años. Apague el despertador, intentando no estamparlo contra la pared, odiaba con todas mis fuerzas madrugar. Me encamine hacia el servicio y empece a notar que algo no marchaba bien. Comence a marearme y como pude, consegui llegar hasta el baño y sentarme con cuidado en la taza del vater. Me eche le pelo hacia atras y me mire en el espejo. Hoy no iba a ser mi día, lo tenia claro desde que pose un pie en el suelo al levantarme de la cama. 

Me vestí rapidamente y con prisa, coloque todas las cosas en la mochila. Note como alguien me observaba desde hacia un buen rato en la puerta.
- ¿Pasa algo? -Deje la mochila sobre la cama y miré a mi madre, que se encontraba apoyada sobre la puerta, con la cabeza agachada. 
- Verás... tenemos que hablar. -Una mueca de dolor se apodero de su rostro y yo rapidamente, me acerque a ella. 
- ¿Te encuentras bien? Venga ya mamá, suelta lo que tengas que decir, voy a llegar tarde al instituto. -La mire confusa y nerviosa a la vez, sabia que lo que me tenia que decir, no iba a ser de mi agrado.
- Esta bien. Ven conmigo. -Agarro una de mis manos y me llevo hasta la cama. Hizo que me sentara y apoyo sus manos encima de las mias. -Verás... se que no te va a sentar nada bien todo esto, pero creeme, que si lo hago es solo por tu bien, no creas que solo estoy pensando en mi. -Se mordió el labio incoscientemente y me miro seria. -En un par de días nos mudamos de ciudad.
Mi expresión debio de cambiar radicalmente, pues mi madre me miraba con preocupación. Note como un par de lagrimas resbalaban por mis mejillas y rapidamente mi madre me estrecho entre sus brazos.
- Lo siento, lo siento de verás.. Yo no queria llegar a este punto, de verdad que... -Me aparte rapidamente de ella y se calló. 
- Todo esta bien, mamá, en serio. Confio en ti, se que si nos mudamos es porque tienes razones de peso para hacerlo. -Trague saliva y aprete los puños con fuerza, intentando que las lagrimas no volvieran a aparecer.
- Entonces... ¿No me odias? -Negue con la cabeza y una sonrisa se apodero de su rostro. Se levanto despacio y se encamino hacia la puerta, cerrandola tras ella. 


Habia pasado una semana después de aquella charla con mi madre y yo no habia sido la misma desde entonces. Estaba en mi habitación, metiendo todas mis cosas en cajas. Toda mi infancia se encontraba en esa habitación... Mi habitación. Habian pasado tantas cosas en ella... Y pensar que después de aquella tarde, esa misma habitación la ocuparia cualquier persona. Cerre las cajas con fuerza y sentí como llamaban a la puerta. Eran ellos. Corrí hasta llegar a la puerta principal de mi casa y allí se encontraban todos, absolutamente todos. En cuanto abrí la puerta, todos se me echaron encima y por más que aguanté, no pude evitar que se me escaparan un par de lagrimas. Me despedí de todos, bastante rapido para mi gusto, pues mi madre y casi toda mi familia me metian prisa. Y de pronto, note como me faltaba alguien a quien decirle adios. Él. Estaba sentado en las escaleras del portal, con la mirada perdida. Me acerqué despacio a el y me sente con cuidado encima suya. Entonces me miró y pude ver como las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos. Y le abracé. Nunca pude llegar a imaginar que ese día llegaria, estaba allí, abrazandole con todas mis fuerzas y rezando para que todo fuera un jodido sueño. Pero no lo era y de nuevo, la realidad me dio en toda la cara.
- Por favor, por favor.. no te vayas, quedate aquí, conmigo, por favor... -Agarro mi cara con delicadeza y me aparto el pelo de la cara. 
- Sabes que si pudiera lo haria, pero mi madre es la que decide, de verdad... no puedo, tengo que irme ya.  
- Hice el intento de levantarme, pero me sujeto de la cintura con fuerza, volviendo a hacer que me sentara encima de él. 
- No puedes imaginarte cuanto voy a echarte de menos. -Una mueca de dolor apareció en su rostro y entonces, sujete su cara con mis manos y le besé. Nunca habia besado a nadie con tanta delicadeza, era un beso sincero, con amor, muchisimo amor, rodeé su cuello con mis pequeños brazos e intente hacer que el beso durara lo maximo posible. 
- Te quiero, no lo olvides. -Susurré esas ultimas palabras en sus labios y entonces me levanté rapidamente. Volví a despedirme de todos mis amigos y me dirigí hacia el coche. 
Cuando entre pude ver como mi madre se secaba un par de lagrimas y me abracé a ella. Ví como el coche empezo a moverse y eche un ultimo vistazo por la ventanilla. Intente con todas mis fuerzas no llorar, asi que con una pequeña sonrisa, volví a despedirme de todos ellos. 
Suspiré y apoye mi cabeza con cuidado sobre el hombro de mi madre. Notaba como el paisaje pasaba muy rapido, pero sabia que iba a ser un viaje demasiado largo.
Atrás, dejaba mi infancia, mis amigos, la ciudad que me vio nacer y crecer, el barrio al que tanto cariño tenia, a casi toda mi familia y mi instituto, todo, lo dejaba absolutamente todo. Cerré los ojos, intentando conciliar el sueño. Sabia que desde ese día, mi vida iba a cambiar radicalmente.



Y así fue, y así es.

Sechsundzwanzig.



Risueña. Descarada. Extrovertida. Divertida. Alocada.
Estupida. Rencorosa. Cabezota. Antipatica. Borde.
Dulce. Amable. Enigmatica. Caprichosa. Calculadora. Atrevida.


Yo, yo y yo otra vez. Soy todas esas cosas mezcladas entre si y muchisimas más.
Muy compleja y a la vez jodidamente simple. Incapaz de hacer daño alguno a nadie, ni quiera a la gente que día tras día me ha machacado.
Pero a la vez, soy capaz de hundir a personas con tan solo unas pocas palabras, fría y calculadora como nadie, si me la haces, la pagas, así de claro y conciso.
Me quiero mucho, demasiado, lo sé. Y por ese motivo, hoy en día, soy quien yo quiero ser, quien me propuse ser desde que era una renacuaja, teniendo todo lo que necesito y mucho más.
Intentando apartar de mi camino, las cosas que me hacen daño, quedandome tan solo con lo bueno, lo imprescindible.
En el día de hoy, puedo asegurar que, siendo como soy, así de rara para algunos y simple para otros, soy la persona más feliz del planeta. Con sus altibajos, como todo el mundo, pero siempre he sabido como afrontar los problemas, con pequeños empujones que la gente que me quiere me da día tras día.
Y tengo un corazón, que aunque no lo parezca, no me cabe en el pecho. Capaz de darlo todo, absolutamente todo por la gente que de verdad me importa, capaz de pisotear a quien intente arrancarles un poco de su felicidad. Siempre disponible para quien lo precise, tanto para lo bueno, como para lo malo. Dispuesta siempre a sacarle una sonrisa a quien lo necesite, aunque yo este casi totalmente rota por dentro.
Supongo, que soy alguien que merece la pena conocer. El ego, siempre, va junto con mi nombre.
Soy así, y me encanta ser así. Con mis pequeñas virtudes y mis grandes defectos. Siempre, compensando mis más grandes errores a la gente.


Siendo, simplemente yo.

Fünfundzwanzig.


Encendió otro cigarrillo y espero a que la inspiración saliera a la luz. Ultimamente andaba escasa de ella, bueno, de inspiración y de otras cuantas cosas más. ¿Qué la pasaba? ¿Y porqué? Dudas y más dudas, no dejaban de golpearle todo el día en la cabeza. Estaba sola, aunque eso para ella no es ningun problema, sabia que tenia a un montón de gente alrededor, ansiosos por sacarle de nuevo una sonrisa, pero ninguno era capaz. Tan solo ella sabia quien era capaz de arrancarle de nuevo esa sonrisa, pero jamás daria su brazo a torcer, demasiado orgullo impedia que al fin, aunque fuera solo poco, pudiera ser feliz de nuevo.
Nadie, absolutamente nadie, podia comprender la angustia que sentia por dentro, tantos golpes al final no pueden traer nada bueno.
Exhalo un suspiro.
Estaba claro, na
die jamás, seria capaz de entenderla.

Vierundzwanzig.


Sonríe aunque ya no tiene ganas. Intenta hacer ver a la gente que todo esta bien aunque en realidad este rota por dentro. ¿De qué le va a servir la compasión de la gente? Nunca le ha servido para nada. Odia a la gente que se compadece de ella, no lo soporta, le da verdadero asco. Sabe que ella sola podra con todo esto, es demasiado fuerte para venirse abajo ahora, no puede, no debe, no quiere. Y detrás de todos esos pensamientos que no la dejan dormir aparece esa persona. La que ocupa practicamente el 99% de todos y cada uno de sus pensamientos. Sonríe levemente y se le escapa un suspiro. Otro día más... y los que quedaran. Resignada, vuelve a envolverse en las sabanas, esperando algo, siempre esperando.