Siebenundzwanzig.



Cada noche, recuerdo aquella despedida. El sacrificio más grande que he hecho en toda mi vida.


Era miercoles, no recuerdo con exactitud el día, pero se que el mes fue Abril.
Me desperté como cada mañana, con intención de ir otro día más al instituto. Por aquel entonces, yo tal solo tenia 14 años. Apague el despertador, intentando no estamparlo contra la pared, odiaba con todas mis fuerzas madrugar. Me encamine hacia el servicio y empece a notar que algo no marchaba bien. Comence a marearme y como pude, consegui llegar hasta el baño y sentarme con cuidado en la taza del vater. Me eche le pelo hacia atras y me mire en el espejo. Hoy no iba a ser mi día, lo tenia claro desde que pose un pie en el suelo al levantarme de la cama. 

Me vestí rapidamente y con prisa, coloque todas las cosas en la mochila. Note como alguien me observaba desde hacia un buen rato en la puerta.
- ¿Pasa algo? -Deje la mochila sobre la cama y miré a mi madre, que se encontraba apoyada sobre la puerta, con la cabeza agachada. 
- Verás... tenemos que hablar. -Una mueca de dolor se apodero de su rostro y yo rapidamente, me acerque a ella. 
- ¿Te encuentras bien? Venga ya mamá, suelta lo que tengas que decir, voy a llegar tarde al instituto. -La mire confusa y nerviosa a la vez, sabia que lo que me tenia que decir, no iba a ser de mi agrado.
- Esta bien. Ven conmigo. -Agarro una de mis manos y me llevo hasta la cama. Hizo que me sentara y apoyo sus manos encima de las mias. -Verás... se que no te va a sentar nada bien todo esto, pero creeme, que si lo hago es solo por tu bien, no creas que solo estoy pensando en mi. -Se mordió el labio incoscientemente y me miro seria. -En un par de días nos mudamos de ciudad.
Mi expresión debio de cambiar radicalmente, pues mi madre me miraba con preocupación. Note como un par de lagrimas resbalaban por mis mejillas y rapidamente mi madre me estrecho entre sus brazos.
- Lo siento, lo siento de verás.. Yo no queria llegar a este punto, de verdad que... -Me aparte rapidamente de ella y se calló. 
- Todo esta bien, mamá, en serio. Confio en ti, se que si nos mudamos es porque tienes razones de peso para hacerlo. -Trague saliva y aprete los puños con fuerza, intentando que las lagrimas no volvieran a aparecer.
- Entonces... ¿No me odias? -Negue con la cabeza y una sonrisa se apodero de su rostro. Se levanto despacio y se encamino hacia la puerta, cerrandola tras ella. 


Habia pasado una semana después de aquella charla con mi madre y yo no habia sido la misma desde entonces. Estaba en mi habitación, metiendo todas mis cosas en cajas. Toda mi infancia se encontraba en esa habitación... Mi habitación. Habian pasado tantas cosas en ella... Y pensar que después de aquella tarde, esa misma habitación la ocuparia cualquier persona. Cerre las cajas con fuerza y sentí como llamaban a la puerta. Eran ellos. Corrí hasta llegar a la puerta principal de mi casa y allí se encontraban todos, absolutamente todos. En cuanto abrí la puerta, todos se me echaron encima y por más que aguanté, no pude evitar que se me escaparan un par de lagrimas. Me despedí de todos, bastante rapido para mi gusto, pues mi madre y casi toda mi familia me metian prisa. Y de pronto, note como me faltaba alguien a quien decirle adios. Él. Estaba sentado en las escaleras del portal, con la mirada perdida. Me acerqué despacio a el y me sente con cuidado encima suya. Entonces me miró y pude ver como las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos. Y le abracé. Nunca pude llegar a imaginar que ese día llegaria, estaba allí, abrazandole con todas mis fuerzas y rezando para que todo fuera un jodido sueño. Pero no lo era y de nuevo, la realidad me dio en toda la cara.
- Por favor, por favor.. no te vayas, quedate aquí, conmigo, por favor... -Agarro mi cara con delicadeza y me aparto el pelo de la cara. 
- Sabes que si pudiera lo haria, pero mi madre es la que decide, de verdad... no puedo, tengo que irme ya.  
- Hice el intento de levantarme, pero me sujeto de la cintura con fuerza, volviendo a hacer que me sentara encima de él. 
- No puedes imaginarte cuanto voy a echarte de menos. -Una mueca de dolor apareció en su rostro y entonces, sujete su cara con mis manos y le besé. Nunca habia besado a nadie con tanta delicadeza, era un beso sincero, con amor, muchisimo amor, rodeé su cuello con mis pequeños brazos e intente hacer que el beso durara lo maximo posible. 
- Te quiero, no lo olvides. -Susurré esas ultimas palabras en sus labios y entonces me levanté rapidamente. Volví a despedirme de todos mis amigos y me dirigí hacia el coche. 
Cuando entre pude ver como mi madre se secaba un par de lagrimas y me abracé a ella. Ví como el coche empezo a moverse y eche un ultimo vistazo por la ventanilla. Intente con todas mis fuerzas no llorar, asi que con una pequeña sonrisa, volví a despedirme de todos ellos. 
Suspiré y apoye mi cabeza con cuidado sobre el hombro de mi madre. Notaba como el paisaje pasaba muy rapido, pero sabia que iba a ser un viaje demasiado largo.
Atrás, dejaba mi infancia, mis amigos, la ciudad que me vio nacer y crecer, el barrio al que tanto cariño tenia, a casi toda mi familia y mi instituto, todo, lo dejaba absolutamente todo. Cerré los ojos, intentando conciliar el sueño. Sabia que desde ese día, mi vida iba a cambiar radicalmente.



Y así fue, y así es.

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