Sechsunddreißig.




"Para empezar, diré que es el final. No es un final feliz, tan solo es un final."

¿Cuantas veces habré leido esa frase? En mi vida ha habido tantos finales... que me faltan dedos para poder contarlos. Odio los finales. Repelo las despedidas. Jamás me han gustado, pero... ¿A qué persona en este mundo les gustan? Pero siempre, después de mis despedidas ha venido algo nuevo. Nueva gente, nuevo entorno, nuevas costumbres, nuevas obligaciones, absolutamente, todo nuevo y por desgracia o suerte, quien sabe, a mi las cosas nuevas no me agradan demasiado. Siempre me gustó estar en mi entorno, con la misma gente y con mis costumbres, si alguien me sacaba de ahí, posiblemente, ya no volveria a ser yo. Y así fue, jamás volví a ser yo.

Han cambiado tantas cosas desde entonces... con el tiempo, he ido aprendiendo a soportar el dolor, a dejar el pasado atrás e intentar vivir el presente, labrarme un buen futuro e intentar que mi vida volviera a transcurrir como hace años. Pero es imposible tirar todos los recuerdos a la basura, en el momento menos esperado, siempre, me vendrá un recuerdo que me golpeará en toda la cara y me hará sumergirme en un profundo abismo del cual estoy segura que no voy a poder salir.

Con el paso del tiempo, he aprendido a canalizar la angustia que a veces siento. Pero al fin y al cabo, después de todo, gracias a todas las situaciones desagradables que he tenido que vivir desde que tengo uso de razón, he aprendido a ser más fuerte que el resto de la gente, a ponerme ese escudo para que nadie, absolutamente nadie pueda hacerme daño, para que nadie pueda sobrepasar esa barrera.

Y después de todo lo malo de estos ultimos años, me alegro. Puede sonar un tanto masoquista, pero es la pura verdad. Si jamás hubiese pasado por aquello, en estos momentos, no hubiera conocido a grandes personas. Personas que me han hecho llorar de felicidad, que me han arrancado una sonrisa y que siempre se han preocupado por mi bienestar. Y lo más ilogico de todo, es que algunas de esas personas ni siquiera me conocen, jamás me han tocado ni han pasado un día a mi lado. Y sin ni siquiera conocerlas fisicamente, yo las considero algo imprescindible en mi vida. Posiblemente, sea verdad eso de que alguien que no te conoce absolutamente de nada, siempre va a ayudarte y aconsejarte mejor que alguien que te conoce de toda la vida.





Y ya, tan solo me queda dar las gracias a todas aquellas personas que me han dado el privilegio de formar parte de su vida. Y gracias a ti, a la que me saca sonrisas de donde yo pienso que ya no las hay. No miento cuando digo que te quiero como a nadie.


No hay comentarios: