Amor de contenedor.



 -Deja de hacerme esto... -Inquirí a media voz, mientras me separaba de él.
-¿Dejar de hacer el qué? -Me miró un tanto confuso y estiro sus manos para volver a sujetarme de la cintura, haciendo que cayerá de nuevo sobre sus rodillas. 
-No quiero que me hagas feliz... -Pase los dedos por el contorno de su cara, sonriendo inevitablemente y él, me atrajo más contra sí, haciendo que nuestros cuerpos quedaran completamente pegados. 
-Ya se lo que me vas a decir.... "No quiero enamorarme de ti", "Sabes que vamos a acabar mal", "No quiero que seas tu quien se enamore y lo pase mal por mi culpa", "No quiero que nos enamoremos como dos idiotas, soy muy joven para engancharme a alguien así". ¿Eso es lo que ibas a decir, verdad? -Asentí con la cabeza, despacio y le deje que prosiguiera hablando-. ¿Podriás dejar de pensar en el futuro y vivir el presente? Estamos bien así, tu me haces feliz a mi y yo a ti, en este momento no necesito a nadie más a mi lado, tan solo a ti, y puedes llamarme idiota, porque creo que estoy enamorado de ti. Hasta las trancas. -.Me miró esperando mi contestación, pero yo no sabia que decir. Algo que no sabia bien que era me recorria por el pecho, haciendo que mi corazón latiera con más rapidez que de costumbre. Sentí cosquillas por la tripa y entonces recorde unas palabras de una amiga: "..Sentirás como si mil mariposas te revolotearan por el estomago. El día que estes...." No quisé que esa frase terminara en mi cabeza. 
Le miré de nuevo, vi en sus ojos una chispa de impaciencia, y sin decir nada, agarre su cara con mis manos y le besé, despacio pero a la vez intenso, en ese beso le decia sin palabras todo lo que sentia, exploré cada parte de su boca con mi lengua, empece a aumentar la intensidad del beso y note como sus manos recorrian cada parte de mi cuerpo, mientras yo le apretaba la nuca con fuerza con las palmas de mis manos, no queria que ese beso se terminara nunca. Pude notar como sus dedos querian hacerse paso por el borde de mi pantalón y entonces decidí que era el momento de parar. Me separé con lentitud de él, terminando el beso y le miré, me devolvio la mirada, en silencio, tan solo se escuchaba nuestra respiración entrecortada y el latir de nuestros corazones. Me incline un poco sobre el, colocandome bien para no hacerle daño sobre sus rodillas y le abrace. Con mucha fuerza. Deje que mi cabeza descansara en el hueco de su cuello y así nos quedamos, sin decir ni una palabra pero diciendolo todo a la vez. En ese momento, me sentí completa, pero aún no era capaz de asumir el hecho de que él ya formaba parte de mi vida. Era la razón por la cual mi organo vital, aún después de todo, siguiera teniendo ganas de latir. Pero no sería capaz de asumirlo, al menos aún no.

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