Dreizehn.


Colgó el teléfono, dejando que su cuerpo se deslizara lentamente hasta el suelo. Abrazo sus rodillas con los brazos y hundió su cabeza entre sus piernas.
Era algo imposible, él no podia estar haciendole aquello. Cerró los ojos con fuerza, esperando que al abrirlos todo hubiera sido un mal sueño. Pero no fué así.
Se quedó así, rota por dentro y prometiendose a si misma que no lloraría.
No, no volvería a llorar por nada ni por nadie.

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