Forgive me for being me.


Y allí se encontraban, uno frente al otro, mirándose a los ojos, intentándose decir sin palabras todo lo que se les pasaba en ese momento por la cabeza.
Él, hizo el intento de abrir la boca para decir algo, pero con rapidez, tapé su boca con mi mano. Me miró confuso. Seguí mirándole un buen rato fijamente y por fin me decidí a hablar.

-Quieres saber las cosas que odio de ti, ¿Verdad? –Asintió con la cabeza y tomé aire, para comenzar a soltar mi discurso.
-Odio tu egocentrismo. Tu sonrisa. Tú forma de mirarme. El hecho de tenerte a menos de 1 metro de distancia me desquicia. No soporto que me acaricies. Y mucho menos que me beses. Me saca de mis casillas que creas que puedes hacer conmigo lo que te de la gana. No soy tu puta. Ni tu novia. Ni tu esclava. Y nunca lo seré. El hecho de saber que puedo ocupar una parte de tu corazón me da repelús. ¿Ya no recuerdas lo qué te dije? –Exhale un suspiro y proseguí. No quería que te enamoraras de mí. Yo no te necesito. No quiero despertarme por las mañanas y que lo primero que vea sea tu cara. No quiero compartir ni un solo instante de mi vida contigo. No quiero que termines por llevarte lo mejor de mí. No quiero que me quieras. Y te odio, por el simple hecho de que, has conseguido formar parte de mi vida. Has entrado y has arrasado con todo. Me has vaciado por dentro. Ya no me queda nada, ¿No te das cuenta? Por cada beso que me das, te llevas una parte de mí contigo. Y no quiero. Me niego a quererte. No estoy hecha para tener ninguna relación. Mejor…. Vete a buscar a otra a la que puedas manejar a tu antojo. Porque de mi, ya no vas a recibir nada, tan solo pena. Porque es lo que me das. Se acabó.
 
Me miró varios segundos y pude notar en su mirada una pizca de tristeza, si no le conociese tan bien, aseguraría que iba a echarse a llorar en ese mismo instante. Y no me equivocaba. Nada más ver como un par de lágrimas descendían por sus mejillas, me sentí la persona más miserable del mundo.  Dude unos instantes pero me lance sobre el. Necesitaba un abrazo y yo no iba a negárselo. Noté como hundía la cabeza en mi hombro e intentaba que las lágrimas cesaran. Cuando por fin se calmo un poco, me aparte y le miré, mientras acariciaba su mejilla con una de mis manos. 

-Encontraras a otra en menos de lo que te imaginas, seguro. –Me levante del banco y le dedique una media sonrisa.
-Pero yo no quiero…. –Antes de que pudiera terminar la frase, me incline sobre el y le di un suave beso sobre los labios, no quería que terminara la frase porque entonces, no me iría de allí nunca. 
 
Me di la vuelta y comencé a caminar. Sin ningún destino. No me atreví a mirar hacia atrás, pues sabia que el tendría su mirada clavada en mi.
“Es lo que tenias que hacer, no llores, se fuerte, lo has hecho perfectamente bien” Me repetía una y otra vez a mi misma, intentando convencerme de algo que ni yo misma creía que había hecho.
Llegue a la puerta de mi casa y sin ni siquiera darme cuenta, me derrumbé. Las piernas me fallaron y no tuve ni tiempo de amortiguar la caída con mis manos. Me apoye contra la pared y encogí las piernas hasta que pude rodearlas con mis brazos.  Y no lloré, porque no lo sentía. Porque en realidad me había quitado un peso de encima. Pero eso no quitaba a que alguien, en ese mismo instante, estaría igual o peor que yo. Y me sentía realmente como un monstruo. Le había roto el corazón en pedazos, como el había hecho con el mío meses atrás…
Jamás se me olvidaría su cara en el momento en el que le había dicho que ya no le quería. Posiblemente, me  sentiría culpable el resto de mi vida.


Porque después de ti... después de ti ya no hay nadie.

No hay comentarios: