Vierzig.



La fría brisa hacia que me estremeciera.
Miré hacia el cielo. ¿Donde estaba? Miré a mi alrededor, esperando encontrar un entorno que me resultara familiar.
Esboze una pequeña sonrisa, sin ganas. Estaba en un rincón del balcón de mi casa. Solia ir allí cuando queria pensar, distraerme o simplemente, desconectar del mundo.
Flexione las piernas y las rodee con mis brazos, hundiendo mi cabeza en las rodillas. Para todo el mundo estaba sentada en un rincón perdido del balcón, sin más. Pero para mi
ese sitio significaba mucho más que eso. Me transmitia paz, serenidad y muchísima tranquilidad. Suena estupido, lo sé, pero es cierto. Cada cual tenemos un sitio concreto a donde
ir cuando queremos escapar de todo lo demás. Y mi sitio era ese. Empece a usarlo hace poco más de 3 años, cuando los gritos en mi casa no cesaban. Era el unico sitio de la casa
donde tan solo se escuchaba el suave ruido que hacian los arboles cuando el viento chocaba con ellos.
Respire hondo. ¿Porqué sentia que todo, absolutamente todo se desvanecia ante mis ojos? Notaba ciertos pinchazos en el lado izquierdo de mi pecho, ni tan siquiera sabia porque,
pero los pinchazos aumentaban cada vez más. Me lleve una mano al pecho y la aprete con delicadeza, cerrando los ojos con fuerza, esperando a que el dolor tan horrible cesara. Pero no fue así. Tan solo segundos después, lo unico que recuerdo es que deje de ver, sentir, oler y escuchar las cosas que habia a mi alrededor. Y la oscuridad venció a la luz.


Abrí los ojos y note como todo el cuerpo me pesaba, ni tan siquiera era capaz de mover los dedos. Miré a mi alrededor y parpadee un par de veces, cuando pude percibir con claridad donde me encontraba resople. Otra vez aquí, no podia ser. Vi como mi madre se acercaba hasta la cama, mirandome preocupada. Le aguante la mirada unos segundos y seguidamente desvíe la mirada. Y otra vez tendria que soportar la charla de siempre. Ella, se acerco a mi, aparto con suavidad el pelo de mi cara y me beso en la frente, con una dulzura que jamás habia sentido por su parte hacia mi. La miré, esbozando una pequeña sonrisa.
-¿Como te encuentras? -Su tono de voz era tranquilo, asi que supuse que por una vez, no se habia enfadado ni pretendia gritarme, como las otras veces.
-Bien, supongo... todo lo bien que puedo estar enganchada a mil cables. -Me mire los brazos y vi que tenia un montón de agujas enganchadas. Cerre los ojos y sacudí la cabeza. Odiaba las agujas, las tenia verdadero panico.
- Si no hicieras lo que haces... no seria necesario esto, lo sabes. -Me dedico una pequeña sonrisa y me revolvio el pelo. Aunque pude notar en sus ojos que estaba muy preocupada. Maldita sea... me mataba por dentro verla de esa forma, no soportaba provocarle dolor a nadie y mucho menos a ella.
- Lo siento... -Es lo unico que pude decir antes de que un par de lagrimas resbalaran por mis mejillas. Agarre una de sus manos, y le di un suave beso, cerrando los ojos.
- Descansa, mi vida. -Note como acariciaba mi mejilla con el pulgar, despacio y se agacho para volver a besar mi frente con suavidad.

Y sonrei, mientras notaba como el sueño se apoderaba de todo mi cuerpo.
Por muchas discusiones que tuvieramos, era mi madre. La persona que más me conocia, la que siempre iba a aconsejarme bien y la que me queria con toda su alma. Más que a todo. Y yo... me comportaba como una estupida, pero la queria sobre cualquier otra cosa. Y puedo decir sin dudar, que mataria por ella si hiciera falta.

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