Eins.


Y allí estabamos los dos. En cualquier parque desierto, donde solo se oyeran nuestras respiraciones y los latidos de nuestro corazón.


Yo, cambie de posición y me coloque entre sus piernas, apoyando con cuidado mi cabeza en su vientre. Levante la vista hacia él y suspiré.


-¿Qué vamos a hacer? -Me miró frunciendo el ceño-


-No lo estropees, vamos...


Mi expresión cambio completamente, le mire fijamente y seguidamente me incorpore en la hierba, apoyando mis manos en ella.


-Sabes mejor que yo que esto no esta bien, nada bien. -Baje la vista y comence a juguetear con mis manos, evitando que las lagrimas empezaran a recorrer mis mejillas- Yo le quiero, mucho, no merece que le haga algo así, lleva meses sospechando que salgo contigo a escondidas.


Él suspiro, frustrado, yo conocia bien aquellos suspiros, levante levemente la vista y le mire, esperando su reacción.


-Sí, le quieres, pero ahora estas aquí, conmigo y no con el, supongo que mi lugar aquí lo deberia ocupar el, ¿No es así? -Me aparto de encima suya y se levanto bruscamente del suelo, yo, le mire unos segundos sorprendida y seguidamente me incorporé, poniendome a su lado.-


-Sabes de sobra que te quiero... -Susurré-


-Pero no de la misma forma, vamos, deja de engañarte, eres adicta a él, y siempre va a ser así, yo seguiré siendo el que te llame por las noches a escondidas, porque no puedo dormir sin haber escuchado tu voz, el que te recoja en lugares alejados de tu entorno, el que siempre este ahí, para ti, el que nunca te dice no a nada, el que te quiere incluso más que a su propia vida, el que te querrá siempre mucho más que el.


Le miré con lagrimas en los ojos y extendi mi mano para acariciar su mejilla.


-Yo... lo sien... -Aparto mi mano con brusquedad y me miro fijamente, sin dejarme terminar de hablar-

-No, no lo sientes, yo soy el que lo siente, pero se acabó.



Me quede inmovil, sin saber que hacer o que decir, el recogio su chaqueta del suelo y me miro con rabia por ultima vez. Se giró, dandome la espalda y comenzo a caminar. Seguí su rastro con la mirada hasta que lo perdí de vista.


Se habia ido, y esta vez era para no volver más.


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